El Sol y la Piel

El Sol y la Piel

Nuestros cuerpos fueron diseñados para aprovechar el sol. La luz solar ayuda a mantener nuestros patrones de sueño por buen camino para que podamos permanecer despiertos durante el día y dormir profundamente por la noche. Tomar muy poco sol, sobre todo en los meses de invierno, puede hacer que algunas personas se vuelvan propensas a una forma de depresión conocida como trastorno afectivo estacional. La luz solar también ayuda a que la piel produzca vitamina D, que es necesaria para la función normal de los huesos y la salud. Sin embargo, la luz del sol también puede causar daño.

 

La luz solar viaja a la Tierra como una mezcla de rayos u ondas visibles e invisibles. Las ondas largas, como las ondas de radio, son inofensivas para las personas. Sin embargo, las ondas más cortas, como la luz ultravioleta (UV), pueden causar problemas. Los rayos más largos de estas ondas UV que llegan a la superficie de la Tierra se llaman rayos UVA. Los más cortos se llaman rayos UVB.

 

Demasiada exposición a los rayos UVB puede producir quemaduras. Los rayos UVA pueden penetrar la piel más profundamente que los rayos UVB, pero, en todo caso, ambos pueden afectar la salud. Cuando los rayos UV invaden las células de la piel, alteran procesos delicados que afectan su crecimiento y apariencia.

Con el tiempo, la exposición a estos rayos puede reducir la elasticidad de la piel, que puede incluso llegar a engrosarse y ponerse correosa, o puede arrugarse o afinarse como papel de seda. "Cuanto más se expone al sol, antes envejece su piel", dice el Dr. Barnett S. Kramer, experto en prevención del cáncer en los Institutos Nacionales de la Salud (NIH por sus siglas en inglés).